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martes, 27 de septiembre de 2011

El león azul



 



Una vez escuché una canción tan bella que me recordó a mi pequeño hermano. Al caminar por el caos que fue mi vida, mi pequeño hermano me decía que ya tenía hambre y yo al mirar aquellos profundos ojos, su pequeña cara sucia y su cabello, todo despeinado, sólo pude presionar fuertemente su mano y decirle “espera un poco más”.- Ya llegaremos a casa, solo eso. Todos los días me arrepiento de decirle eso. Le hubiese dicho:
-Hermano te quiero -vivir con esas palabras dentro de mi corazón, me hacen sentirme muy triste y las lágrimas me empiezan a salir.
Esta historia es una que comienza con un adiós y termina con un hola, la historia trata de un sueño que siempre vivirá dentro de mi corazón.
-Chicos levántense van a llegar tarde a clases otra vez – nos dijo mamá.
-Sólo un poco más -Dijimos mi hermano Miguel y yo. Es viernes, al fin he esperado este día hace bastante tiempo, papá está de viaje debido a su trabajo y mamá hoy ira a visitar a unas tías que tiene al otro lado de la ciudad. Al fin soy tan feliz, hoy me convertiré en un hombre, porque alguien tendrá que llevar la llave de la casa, así que es obvio que ese seré yo.
“ Ehhh y más ehhh” gritaba de felicidad. Hace mucho tiempo que había esperado este día. Al fin me convertiría en una persona mayor con responsabilidades. Esperen a que los chicos de mi clase la vean, este era mi nuevo poder, para un niño de ocho años tener la llave de tu casa es algo que te hace muy importante entre los chicos de mi edad. Carolina me invitará a su casa. Carolina es la niña más popular de la escuela, muchos dicen que es la niña más linda de todo el mundo.
Estar al lado de ella, mmm, seria todo un sueño hecho realidad. Y esta llave me abriría la puesta a la felicidad. Soy tan feliz… Daniel no dejará de decir ohhh y mas ohhh y por qué no mas ohhh. Raúl sentirá envidia y Verónica me dará un poco de su lonchera…jijiji. Y la profesora Patty dirá
– “Rai ya eres todo un hombre”. Es que para un niño de mi edad, tener la llave de su casa es poder, poder que yo sabré utilizar muy bien. Lo he preparado todo desde ayer, he limpiado la casa, hay helado en el refrigerador, las sillas de la cocina las puse en la sala . Cuando sean las tres, jugaremos a las escondidas, a las tres y treinta comeremos helado de vainilla (mi favorito, no me gusta el de plátano) después miraremos tele y después uhmm y más uhmm que haré después, aun no lo sé lo pensaré después decía dentro de mí. Bien, ya terminamos de desayunar, ha llegado la hora “¿mamá no tienes algo para mi?” le dije con una enorme sonrisa en el rostro y con mis ojitos todos brillosos.
-Si hijo toma tu lonchera, ya sabes termínala despacio. -
No mamá es algo más.
-Ah ya sé lo que es ¿cómo pude olvidarme? (si al fin llego la hora, me lo va a dar) muaaa y muaaa y un abrazo mas ¿algo más hijo?
-No es eso mamá, es algo más.
-¿Algo más que será? Miguel ya es tarde ¿acabaste tu desayuno hijo?
-Si mamá, si ya lo acabe – gracias. (Miguel era mi hermano menor, el solo era un niño tenía seis años).
-Rai, Miguel se ha portado muy bien y su profesora dice que es un niño muy responsable, por favor deja que tu hermano lleve la llave ¿si?, además el sale temprano, la próxima vez te tocará a ti hijo.
- Pero, pero mamá. – El es menor que yo, la puede hacer perder-dije para defender mis intereses.
-No es cierto no la perderé mamá, la cuidaré muy bien- dijo Miguel para defenderse.
-Pero mamá, vamos mamá (insistí, tenía que premiar mi insistencia pensé) Pero mamá, pero mamá
-Pero nada Rai hoy Miguel la llevara de acuerdo y la próxima vez tú… (Era difícil discutir con esa señora). El es tu hermano menor y tú tienes que cuidar de él.
-De acuerdo, si mamá – dije con tono de resignación.
- Si le dejas a Miguel llevar la llave traeré un pastel de chocolate. -“Wauuu wauuu” -dijimos en coro.
- Un pastel deberás mamá. -
Si niños.
- Pero mamá yo quiero el pedazo más grande ¿si?
-Ya está bien pero vayan que se les hace tarde niños.
-Si chau mamá -gritamos en coro yo y Miguel y nos fuimos corriendo pensando en el premio que mamá nos traería. Ya casi cerca de llegar a la escuela me acerque a Miguel y le dije
– ¿Oye Miguel me dejas ver la llave? -No es mía, tu me la quitarás Rai.
- No, no lo haré. En serio no lo haré-
-Ya está bien pero solo un rato sí. Ehhh y salí corriendo con la llave en mi mano, le había quitado la llave a Miguel. Aún recuerdo que el corrió tras de mi gritándome para que se la devolviese.
-Rai devuélvemela, mamá me la dio.
-Por favor solo préstamela. Si lo haces te daré mi pedazo de pastel si Miguel.
-Está bien Rai pero no lo olvides y llega temprano. Gracias le dije y Salí corriendo me sentía el rey del mundo. Estaba en clases y no podía esperar a que el reloj dieron las doce, ya había llegado el receso y faltaba tan poco que no aguantaba más, pero decidí dejar lo mejor para el final. Miguel de repente llegó a mi salón, yo pensé que venía a quitarme la llave
– Rai me siento mal acabo de discutir con Diego (Diego es el niño maloso de su salón). Miguel decía que había visto un león, pero hasta yo sé que eso es mentira porque siempre andaba con él y estoy seguro que nunca en nuestras vidas lo vimos, pero no hay que olvidar que el solo era un niño y yo en cambio ya era todo un hombre.
-Miguel sabes yo también vi un león y era de color azul, nadaba por el mar, corría con las estrellas.
– ¿Es verdad eso Rai?
-Si Miguel dime ¿cuándo te he mentido?- al mismo tiempo que le decía eso a mi pequeño hermano le mostraba los dientes en señal de confianza-
-Siii – dijo – Miguel de un grito, Rai dime ¿en dónde lo vistes? Dime ya
– Pues lo vi en la casa de la señora Gonzales, ahí lo vi le dije –
-¿Estás seguro Rai? y moviendo la cabeza le dije sí.
-Hay pero ¿qué hace mi león ahí?  tan pronto salga iré a recogerlo, pobrecito debe tener mucha hambre.
-Uhmmm mejor tómale una foto ¿no crees Miguel así te creerán los demás niños?
- Tienes razón Rai pero no traje la cámara de papá.
-Veamos qué podemos hacer ¿trajiste tus lápices y cuaderno de dibujo Miguel?
-Si los traje hermano, entonces solo ve y dibújalo será mejor que una foto.
-¡Si qué buena idea Rai, hoy saldré temprano ya Rai vienes temprano a casa sí!
-Si lo prometo estaré temprano en casa Miguel – niños – se lo creyó jajaja no puedo parar de reírme un león azul para creerse semejante mentira uno tenía que ser un niño jajaja.
Y llego la hora tan esperada el reloj de la clase ya pronto darían las doce, faltaba tan poco y ya era la hora esperada así que me pare sobre mi mesa sujete la llave en lo alto y grite: -Hoy tengo el poder, quien quiera ir a mi casa que forme una fila delante de mí -Todos voltearon y me miraron y gritaron en coro “yo, yo, yo”.
Había pasado todo lo que había planeado. Al salir de la escuela me fui a comer unos helados con mis amigos, recuerdo que durante el viaje nos la pasamos gritando de felicidad, pensaba que este era el mejor día de mi vida, estaba tan feliz, nunca imagine que no volvería a sonreír en mucho tiempo.
Cuando llegamos a casa vimos a Miguel durmiendo en la entrada de la casa. Dios me había olvidado que él salió temprano de la escuela su piel estaba muy clara, tenía mucha fiebre y su respiración era muy lenta, mis amigos al verlo me ayudaron a llevarlo hasta su cama. Me dijeron que lo cuide, que se tenían que ir yo les insistí para que se queden, pero no me escucharon, niños aun eran unos niños también, me enfade mucho con Miguel me acerque a su cama y le grite:
-Gracias arruinaste mi día, muchas gracias hermano -Y me fui a mirar televisión.
En ese momento admito que era todo un tonto, el campeón de los tontos. Conforme la noche pasaba me sentía culpable de lo que le había dicho. Me acerque a su cama y le dije “Miguel lo siento estaba enfadado perdóname si hermano”, pero el parecía no escucharme me acerque más a él y me di cuenta que la fiebre había aumentado me asuste mucho jamás lo había visto así de mal.
Le dije “Miguel te mentí nunca he visto un león y menos uno de color azul”, él sólo me miro y cogió su mochila, sacó su cuaderno de dibujo y me mostró el dibujo de un león azul “sabes Rai lo he visto y mira lo dibujo ahora si todos podrán creerme”. Me asuste mucho y solo le dije – “¿y qué hiciste? -Pues lo invite a casa pero el perro del vecino lo asustó y se fue volando, es una lástima yo quería que tu también lo vieras Rai, por más que le llamaba el no me oía.
Esa noche me dormí a su costado, no hacia esto desde ya mucho tiempo… Muy de noche llego mamá con el pastel de chocolate como lo había prometido “mamá Miguel está enfermo muy enfermo” – le dije.
Mamá corrió hacia la cama de Miguel muy asustada lo abrazó y besó, ¿cómo pasó esto Rai? -Es mi culpa mamá yo le quité la llave y el llego temprano se había quedado dormido afuera mamá –le dije con lagrimas en mis ojos.
-Ya calma hijo todo está bien – me dijo ella. Al día siguiente me fui a la escuela apresurado, Salí corriendo tan de prisa que olvidé despedirme de Miguel y de mi madre. Cuando estaba en clases todos me preguntaron por la salud de Miguel – mamá lo está cuidando el estará bien, les decía ¡”Qué bueno”! decían todos en coro, incluso Carolina me preguntó por él.
Era todo un sueño hecho realidad. Yo y la niña más linda de todo el mundo. Al fin se lo que es la felicidad, estaba tan feliz Dios, pero fue en ese momento en que Raúl, se paró en la misma mesa que yo me había podado solo hace poco, y grito: -Hoy yo tengo el poder, tengo la llave de mi casa, quien quiera venir conmigo que forme una fila frente a mí-
Y todo el salón grito en coro, yo, yo, yo… Raúl me miró y me dijo – ¿no quieres venir con nosotros? y yo le dije, “no, no puedo tengo que cuidar a Miguel” todos dijeron era una lástima para la próxima será Rai. No lo entiendo, ayer me sentía el rey del mundo y hoy simplemente no era nada.
En el camino a casa pensaba en como pedir disculpas a mi hermano. Cuando llegue a casa no pude encontrar a nadie, mi vecina salió de su casa con la llave de mi casa y me dijo
– “Miguel se puso peor, tu madre tomó un taxi y se lo llevó al hospital. Espera a tu papá vendrá pronto tu mamá lo ha llamado”. Ese día estuve pensando en Miguel, sus recuerdos no salían de mi mente no sé porque pero tenía mucho miedo. Cuando me dirigí a su cuarto, encontré sobre su cama su cuaderno de dibujo.
Siempre había querido revisarlo pero el rara vez me dejaba hacerlo, entre las hojas encontré el dibujo de su león aun le faltaba un poco para terminarlo de seguro lo acabaría a su regresa, pensaba dentro de mí. Muy de noche llegaron mamá y papá, les pregunté por mi hermanito me dijeron que tenía una mala enfermedad.
No querían decirme lo que tenia solo me repetían que él estaría bien, ¿por qué me trataban como un niño? mamá se llevo sus cosas y las de Miguel ella iba quedarse en el hospital esa noche y papá se quedaría conmigo. Apenas se fue mamá, papá se abalanzó sobre y me abrazó como hace tiempo no lo hacía, me dijo que debía ser fuerte, nunca antes había visto llorar a mi papá eso me hacía sentir algo dentro de mi.
No quería llorar, me esforzaba por no hacerlo ya que sólo los niños chiquitos y las niñas lloran y yo ya no era un niño sino todo un hombre. Siempre había notado a mi papá muy grande pero el día de hoy note a ese hombre grande volverse un niño. Papá se quedo en casa, dejo de trabajar y mamá solo venía de vez en cuando para darnos noticias de Miguel. Así los días transcurrían, nunca me imaginé que mi papá se convertiría en mi mejor amigo.
Nos pasábamos jugando todos los días, yo se que él necesitaba distraerse mucho. El día de ayer papá me llevó a volar cometas de papel que hicimos nosotros mismos, pobre de él se quedó todo el día parado y enseñándome pero yo era tan malo que mi cometa jamás alzo vuelo.
Hoy mamá me dijo que Miguel quería verme, yo y papá gritamos de emoción al fin veríamos a Miguel, yo quería pensar que todo sería como antes, este si era un buen día vería a mi hermano este si tenía que ser mi mejor día. Antes de irme a dormir me dirigí a la habitación de Miguel, tomé su cuaderno y vi su león ¡vaya lo hizo bien! Es una lástima que le faltó terminarlo me decía, hubo una idea que nació en mi – quizás el se ponga mejor si es que yo lo termino – y me puse a pintar y adornar su dibujo. Y me repetía cuando él lo vea mañana se pondrá muy feliz.
Pensaba que iríamos a recoger a Miguel como lo hicimos antes cuando él nació. Y llego el día tan esperado mamá y papá me dijeron antes de entrar a ver a mi hermanito que debía no debía hacer mucho ruido y que no le hiciera muchas preguntas ni diga nada que lo haga sentir mal y moviendo mi cabeza les dije que sí.
Por fin esta era la segunda vez que estaba en un hospital y estaba muy emocionado, tenía que verlo todo con cuidado, porque pensaba contarles de mi viaje en el hospital a todos los chicos de la clase. Nos paramos frente una puerta, y todos sujetados de las manos abrimos esa puerta, cuando la abrimos vimos a Miguel se veía muy delgado y muy pequeño, no dejaba de taparse bajo las sabanas de su cama, para que no lo viéramos.
Mamá y papá me dejaron solo con Miguel querían que hablemos, decían que él lo necesitaba mucho pero en realidad el que necesitaba hablar con él era yo, porque aun no terminaba de disculparme por la mentira que le dije.
-Miguel acércate Se acercó a mí con mucho cuidado y se descubrió su cabeza, me asuste mucho de su hermosa cabellera suave paso a no tener ningún solo pelito en su cabecita. Entonces le dije “wauuu Miguel tu sí que tienes suerte mira ahora no vas a tener que peinarte y tampoco tendrás que lavarte la cabeza, jajaja” y los dos reímos juntos.
-Miguel arreglé tu habitación.
-¿En serio lo hiciste Rai? Yo, con una expresión de orgullo y seguridad le dije que si, no dejaba de repetirle
– Ya verás cuando regreses a casa papá y yo hemos trabajado duro para arreglarla – Note una expresión muy triste en el rostro de Miguel y me quede en silencio.
-Rai tengo miedo, no sé lo que me pase, yo quisiera ser tan fuerte como tú lo eres, siempre te admire no quiero que mamá y papá sigan tristes y menos de que sigan gastando tanto dinero en mi. Yo se que el dinero que tenemos no es suficiente.
Vaya no lo podía creer yo siempre había pensado que Miguel era solo un niño pero hoy supe que el ya se había vuelto todo un hombre. Yo sólo atiné a mover la cabeza y a sonreírle
– Miguel ¿sabes? Cerca al colegio están construyendo un parque cuando salgas de aquí prometo que te llevaré.
- ¿En serio lo harás Rai? – dijo mi hermanito muy emocionado.
– Si, si lo hare – le dije – mi hermano estaba muy feliz. Nadie podría decirle que no a un niño tan lindo como él lo era.
De repente entraron papá y mamá gritando “feliz cumpleaños Miguel”, esto era toda una sorpresa que guardábamos para él, cumplía siete años, -Toma Miguel- le dije sacando de mi mochila su cuaderno de dibujos
– ¿Sabes? lo he terminado espero que te guste.
-¿Así como lo hiciste, tú también los viste? Yo quería decirle que no que en verdad le había mentido pero no fui capaz de decírselo y solo pude decirle.
– Si lo he visto, es más lo traje a la casa y está justo ahora echado en tu cama. Quiere conocerte Miguel, sabes me dijo que está ansioso de que te subas en él para llevarte a volar por todo el cielo.
-¿Y cómo lo trajiste? aún no entiendo.
-Es que la otra noche dejé la ventana abierta y él estaba en ella, entonces lo invite a entrar y desde ese día siempre cierro la ventana para que no se vaya.
-Rai dale de comer ¿si?
– Si Miguel lo hago siempre todos los días
– Cuando salga de aquí iré a un viaje con mi león. -Rai mira el dibujo está brillando parece real
-Si es increíble grité -Pero cuando vi el rostro de Miguel yo note qué él quien estaba llorando. Yo solo grite “wauuu no sabía que yo era tan buen dibujante”.
Miguel era mi mejor amigo, eso era algo que nunca admitía, pero él era mi mejor amigo. Amigos son los que pueden verse y hablarse cuando ellos lo desean. Amigos son los que están cerca cuando se necesitan, amigos son los que se ayudan cuando tienen dificultades, amigos son los que ahora hacen lo que antes no hicieron.
Papá y mamá llegaron a la habitación con un enorme pastel de chocolate, esa tarde la pasamos muy bien, no recordaba días como este, el día que Miguel entro al hospital nuestras vidas cambiaron ya nada era lo mismo. Apenas llegue a casa me eche a dormir, esa noche tuve un sueño muy extraño, la ventana se habría y entraba el león azul y sobre el león iba mi hermanito y los dos juntos se iban volando por el cielo y me repetía, que envidia siento por él.
Ese sueño nunca he podido olvidarlo. Miguel nos dejó dos meses después de sus cumpleaños, se fue con su león y no volvió nunca más a casa. Ha pasado el tiempo y aún espero que regresen por mí, me lo prometió él y sé que el siempre cumple sus promesas. Yo me quede en casa cuidando de papá y mamá y viví por él y por mí, cuando les pregunte por el ellos solo me decían que el destino nos lo había quitado y otras veces que estaba muy enfermo.
Nunca quisieron decirme que enfermedad tenía, no por malos sino porque tenían miedo. Yo los miraba y les decía que él no había muerto, que había venido en la noche y se había ido volando con su león azul. Ellos sólo me abrazaban y secaban mis lágrimas. Yo se que ese león existe porque Miguel me lo dijo, yo sabía que no vería a mi hermano en mucho tiempo, es por eso que esa canción me recuerda a él y sus sueños y hoy se que siempre seré un niño, y soy muy feliz de saberlo, soy un niño, así pase el tiempo siempre lo seré.
Esta es mi historia es una como dije que empieza con un adiós y termina con un hola. Te quiero hermano… Y espero pronto por ti y tu león azul…
Yo, quiero que me perdones por las veces en que dije no creerte, te amo hermano.
En la mitad de la estación cambiante, siento como los días se hacen más largos en la neblina de estos tiempos. Tú y yo pintamos nuestros sueños juntos un día.
Soñamos con un mundo de amor junto a los vientos de marzo, si una flor florece en primavera porque no puede florecer en el otoño o invierno, pequeñas luces se esperanza flotan por este viento, calentando la mañana poco a poco, a tu lado yo no siento miedo, me siento el rey del mundo y no hay nada que me detenga. Ahora estoy aquí de pie en la entrada de un mundo nuevo.
Gracias, me hiciste darme cuenta de que no estaba solo. Cuando cierro los ojos te veo y cuando los abro deseo verte de nuevo, me has ayudado a llegar a ser fuerte.
Yo también quiero hacer lo mismo por ti Cuando cierro los ojos te veo y cuando los abro deseo verte de nuevo, me has ayudado a llegar a ser fuerte. Yo también quiero hacer lo mismo por ti…


fuente:




El tigre y el cachorro


Un cachorro, perdido en la selva, vió un tigre corriendo en su dirección. Comenzó entonces a pensar rápido, para ver si se le ocurría alguna idea que le salvase del tigre. Entonces vió unos huesos en el suelo y comenzó a morderlos.
Cuando el tigre estaba casi para atacarle, el cachorro dijo en alto:
- ¡Ah, este tigre que acabo de comer estaba delicioso!
El tigre, entonces, paró bruscamente y, muerto de miedo, dió media vuelta y huyó despavorido mientras pensaba para sí:
- ¡Menudo cachorro feroz! ¡Por poco me come a mi también!
Un mono que había visto todo, fue detrás del tigre y le contó cómo había sido engañado por el cachorro. El tigre se puso furioso y dijo:
- ¡Maldito cachorro! ¡Ahora me la vas a pagar!
El cachorro, entonces, vió que el tigre se aproximaba rápidamente a por él, con el mono sentado encima, y pensó:
- ¡Ah, mono traidor! ¿Y qué hago ahora?
Comenzó a pensar y de repente se le ocurrió una idea: se puso de espaldas al tigre y cuando éste llegó y estaba preparado para darle el primer zarpazo, el cachorro dijo en voz alta:
- ¡Será perezoso el mono! ¡Hace una hora que le mandé para que me trajese otro tigre y todavía no ha vuelto! 
preguntas:

¿Quiénes son los personajes principales?

El tigre, el cachorro y el mono.

¿En donde se desarrolla el relato?
En una selva.


Extraiga las palabras desconocidas y anote su significado

zarpazo:golpe dado con la zarpa.

despavorido:lleno de pavor.

menudo: pequeño, chico o delgado.                  

¿Qué pretende explicarnos el autor del relato?


que uno por ser débil no se va a dejar vencer uno debe ser astuto y pensar.

El camarón encantado

  
Allá por un pueblo del mar Báltico, del lado de Rusia, vivía el pobre Loppi, en un casuco viejo, sin más compañía que su hacha y su mujer. El hacha ¡bueno!; pero la mujer se llamaba Masicas, que quiere decir "fresa agria". Y era agria Masicas de veras, como la fresa silvestre. ¡Vaya un nombre: Masicas! Ella nunca se enojaba, por supuesto, cuando le hacían el gusto, o no la contradecían; pero si se quedaba sin el capricho, era de irse a los bosques por no oírla. Se estaba callada de la mañana a la noche, preparando el regaño, mientras Loppi andaba afuera con el hacha, corta que corta, buscando el pan; y en cuanto entraba Loppi, no paraba de regañarlo, de la noche a la mañana. Porque estaban muy pobres, y cuando la gente no es buena, la pobreza los pone de mal humor. De veras que era pobre la casa de Loppi; las arañas no hacían telas en sus rincones porque no había allí moscas que coger, y dos ratones que entraron extraviados, se murieron de hambre.

Un día estuvo Masicas más busca pleitos que de costumbre, y el buen leñador salió de la casa suspirando, con el morral vacío al hombro; el morral de cuero, donde echaba el pico de pan, o la col, o las papas que le daban de limosna. Era muy de mañanita, y al pasar cerca de un charco vio en la yerba húmeda uno que le pareció animal raro y negruzco, de muchas bocas, como muerto o dormido. Era grande por cierto; era un enorme camarón. "¡Al saco el camarón!; con esta cena le vuelve el juicio a esa hambrona de Masicas; ¿quién sabe lo que dice cuando tiene hambre?" Y echó el camarón en el saco.

Pero ¿qué tiene Loppi, que da un salto atrás, que le tiembla la barba, que se pone pálido? Del fondo del saco salió una voz tristísima; el camarón le estaba hablando:

-Párate, amigo, párate, y déjame ir. Yo soy el más viejo de los camarones; más de un siglo tengo yo, ¿qué vas a hacer con este carapacho duro? Sé bueno conmigo, como tú quieres que sean buenos contigo.

-Perdóname, camaroncito, que yo te dejaría ir; pero mi mujer está esperando su cena, y si le digo que encontré el camarón mayor del mundo, y que lo dejé escapar, esta noche sé yo a lo que suena un palo de escoba cuando se lo rompe su mujer a uno en las costillas.

-Y ¿por qué se los has de decir a tu mujer?

-¡Ay camaroncito! eso me dices tú porque no sabes quién es Masicas. Masicas es una gran persona, que lo lleva a uno por la nariz, y uno se deja llevar; Masicas me vuelve del revés, y me saca todo lo que tengo en el corazón; Masicas sabe mucho.

-Pues mira, leñador, que yo no soy camarón como parezco, sino una maga de mucho poder, y si me oyes, tu mujer se contentará, y si no me oyes, toda la vida te has de arrepentir.

-Tú contenta a Masicas, y yo te dejaré ir, que por gusto a nadie le hago daño.

-Dime qué pescado le gusta más a tu mujer.

-Pues el que haya, camarón, que los pobres no escogen; lo que has de hacer es que no vuelva yo con el morral vacío.

-Pues ponme en la yerba, mete en el charco tu morral abierto, y di: "¡Peces, al morral!"

Y tantos peces entraron en el morral que casi se le iba a Loppi de las manos. Las manos le bailaban a Loppi de asombro.

-Ya ves, leñador -le dijo el camarón, -que no soy desagradecido: Ven acá todas las mañanas, y en cuanto digas: "¡Al morral, peces!" tendrás el morral lleno de los peces colorados, de los peces de plata, de los peces amarillos. Y si quieres algo más, ven y dime así:

"Camaroncito duro,
Sácame del apuro"

y yo saldré, y veré lo que puedo hacer por tí. Pero mira, ten juicio, y no le digas a tu mujer lo que ha sucedido hoy.

-Probaré, señora maga, probaré -dijo el leñador; y puso en la yerba con mucho cuidado el camarón milagroso, que se metió de un salto en el agua.

Iba como la pluma Loppi, de vuelta a su casa. El morral no le pesaba, pero lo puso en el suelo antes de llegar a la puerta, porque ya no podía más de la curiosidad. Y empezaron los peces a saltar, primero un lucio como de una vara, luego una carpa, radiante como el oro, luego dos truchas, y un mundo de meros. Masicas abrazó a Loppi, y lo volvió a abrazar, y le dijo: "¡leñadorcito mío!"

-Ya ves, ya ves, Loppi, lo que nos sucede por haber oído a tu mujer y salir temprano a buscar fortuna. Anda a la huerta, anda, y tráeme unos ajos y cebollas, y tráeme unas setas; anda, anda al monte leñadorcito, que te voy a hacer una sopa que no la come el rey. Y la carpa la asaremos; ni un regidor va a comer mejor que nosotros.

Y fue muy buena por cierto la comida, porque Masicas no hacía sino lo que quería Loppi, y Loppi estaba pensando en cuanto la conoció, que era como una rosa fina, y no le hablaba del miedo. Pero al otro día no le hizo Masicas tantas fiestas al morral de pescados. Y al otro, se puso a hablar sola. Y el sábado, le sacó la lengua en cuanto lo vio venir. Y el domingo, se le fue encima a Llopi, que volvía con su morral a cuestas.

-¡Mal marido, mal hombre, mal compañero! ¡qué me vas a matar a pescado ¡que de verte el morral me da el alma vueltas!

-Y ¿qué quieres que te traiga, pues? -dijo el pobre Loppi.

-Pues lo que comen todas las mujeres de los leñadores honrados: una sopa buena y un trozo de tocino.

"Con tal, pensó Loppi, que la maga me quiera hacer este favor".

Y al otro día a la mañanita fué al charco, y se puso a dar voces:

"Camaroncito duro,
Sácame del apuro"

y el agua se movió, y salió una boca negra, y luego otra boca, y luego la cabeza, con dos ojos grandes que resplandecían.

-¿Qué quiere el leñador?

-Para mí, nada; nada para mí, camaroncito; ¿qué he de querer yo? Pero ya mi mujer se cansó del pescado, y quiere ahora sopa y un trozo de tocino.

-Pues tendrá lo que quiere tu mujer -respondió el camarón. Al sentarte esta noche a la mesa, dale tres golpes con el dedo meñique, y di a cada golpe: "¡Sopa, aparece; aparece, tocino!" Y verás que aparecen. Pero ten cuidado, leñador, que si tu mujer empieza a pedir, no va a acabar nunca.

-Probaré, señora maga, probaré -dijo Loppi, suspirando.

Como una ardilla, como una paloma, como un cordero estuvo al otro día en la mesa Masicas, que comió sopa dos veces, y tocino tres, y luego abrazó a Loppi, y lo llamó: "Loppi de mi corazón".

Pero a la semana justa, en cuanto vio en la mesa el tocino y la sopa, se puso colorada de la ira, y le dijo a Loppi con los puños alzados:

-¿Hasta cuándo me has de atormentar, mal marido, mal compañero, mal hombre? ¿qué una mujer como yo ha de vivir con caldo y manteca?

-Pero ¿qué quieres, amor mío, qué quieres?

-Pues quiero una buena comida, mal marido: un ganso asado, y unos pasteles para postres.

En toda la noche no cerró Loppi los ojos pensando en el amanecer, y en los puños alzados de Masicas que le parecieron un ganso cada uno. Y a paso de moribundo se fue arrimando al charco a los claros del día. Y las voces que daba parecían hilos, por lo tristes, por lo delgadas:

"Camaroncito duro,
Sácame del apuro"

-¿Qué quiere el leñador?

-Para mí, nada; ¿qué he de querer yo? Pero ya mi mujer se está cansando del tocino y la sopa. Yo no, yo no me canso, señora maga. Pero mi mujer se ha cansado, y quiere algo ligero, así como un gansito asado, así como unos pastelitos.

-Pues vuélvete a tu casa, leñador, y no tienes que venir cuando tu mujer quiera cambiar de comida, sino pedírselo a la mesa, que yo le mandaré a la mesa que se lo sirva.

En un salto llegó Loppi a su casa, e iba riendo por el camino, y tirando por el aire el sombrero. Llena estaba ya la mesa de platos, cuando él llegó, con cucharas de hierro, y tenedores de tres puntas, y una jarra de estaño, y el ganso con papas, y un pudín de ciruelas. Hasta un frasco de anisete había en la mesa, con su forro de paja.

Pero Masicas estaba pensativa. Y a Loppi ¿quién le daba todo aquello? Ella quería saber: -"¡Dímelo, Loppi". Y Loppi se lo dijo, cuando ya no que daba del anisete más que el forro de paja, y estaba Masicas más dulce que el anís. Pero ella prometió no decírselo a nadie; no había una vecina en doce leguas a la redonda.

A los pocos días, una tarde que Masicas había estado muy melosa, le contó a Loppi muchos cuentos y le acabó así el discurso:

-Pero, Loppi, mío, ya tú no piensas en tu mujercita; comer, es verdad, come mejor que la reina; pero tu mujercita anda en trapos, Loppi, como la mujer de un pordiosero. Anda, Loppi, anda, que la maga no te tendrá a mal que quieras vestir bien a tu mujercita.

A Loppi le pareció que Masicas tenía mucha razón, y que no estaba bien sentarse a aquella mesa de lujo con el vestido tan pobre. Pero la voz se le resistía cuando a la mañanita llamó al camarón encantado:

"Camaroncito duro,
Sácame del apuro"

El camarón entero sacó el cuerpo del agua.

-¿Qué quiere el leñador?

-Para mí, nada; ¿qué puedo yo querer? Pero mi mujer está triste, señora maga, porque se ve tan mal vestida, y quiere que su señoría me de poder para tenerla con traje de señora.

El camarón se echó a reír, y estuvo riendo un rato, y luego dijo a Loppi: -"Vuélvete a casa, leñador, que tu mujer tendrá lo que desea".

-¡Oh, señor camarón! ¡oh, señora maga! ¡déjeme que le bese la patica izquierda, la que está de lado del corazón! ¡déjeme que se la bese!

Y se fue cantando un canto que le había oído a un pájaro dorado que le daba vueltas a un rosa; y cuando entró a su casa vio a una bella señora, y la saludó hasta los pies; y la señora se echó a reir, porque era Masicas, su linda Masicas, que estaba como un sol de la hermosura. Y se tomaron los dos de la mano, y bailaron en redondo, y se pusieron a dar brincos.

A los pocos días Masícas estaba pálida, como quien no duerme, y con los ojos colorados, como de mucho llorar. "Y dime, Loppi, -le decía una tarde, con un pañuelo de encaje en la mano, -¿de qué me sirve tener tan buen vestido sin un espejo donde mirarme, ni una vecina que me pueda ver, ni más casa que este casuco? Loppi, dile a la maga que esto no puede ser". Y lloraba Masicas, y se secaba los ojos colorados con su pañuelo de encaje: "Dile, Loppi, a la maga que me de un castillo hermoso, y no le pediré nada más".

-¡Masicas, tú estás loca! Tira de la cuerda y se reventará. Conténtate, mujer, con lo que tienes, que si no la maga te castigará por ambiciosa.

-¡Loppi, nunca serás más que un zascandil! ¡El que habla con miedo se queda sin lo que desea. Háblale a la maga como un hombre. Háblale, que yo estoy aquí para lo que suceda.

Y el pobre Loppi volvió al charco, como con piernas postizas. Iba temblando todo él. ¿Y si el camarón se cansaba de tanto pedirle, y le quitaba cuanto le dio? ¿Y si Masicas lo dejaba sin pelo si volvía sin el castillo? Llamó muy quedito:

"Camaroncito duro,
Sácame del apuro"

¿Qué quiere el leñador? -dijo el camarón, saliendo del agua poco a poco.

-Nada para mí, ¿qué más podría yo querer? Pero mi mujer no está contenta y me tiene en tortura, señora maga, con tantos deseos.

-¿Y qué quiere la señora, que ya no va a parar de querer?

-Pues una casa, señora maga, un castillito, un castillo. Quiere ser princesa del castillo, y no volverá a pedir nada más.

-Leñador -dijo el camarón, con una voz que Loppi no le conocía, tu mujer tendrá lo que desea. Y desapareció en el agua de repente.

A Loppi le costó mucho trabajo llegar a su casa, porque estaba cambiado todo el país, y en vez de matorrales había ganados y siembras hermosas, y en medio de todo una casa muy rica con un jardín lleno de flores. Una princesa bajó a saludarlo a la puerta del jardín, con un vestido de plata. Y la princesa le dio la mano. Era Masicas. "Ahora sí, Loppi, que soy dichosa. Eres muy bueno, Loppi. La maga es muy buena". Y Loppi se echó a llorar de alegría.

Vivía Masicas con todo el lujo de su señorío. Los barones y las baronesas se disputaban el honor de visitarla; el gobernador no daba orden sin saber si le parecía bien; no había en todo el país quien tuviera un castillo más opulento; ni coches con más oro, ni caballos más finos. Sus vacas eran inglesas, sus perros de San Bernardo, sus gallinas de Guinea, sus faisanes de Terán, sus cabras eran suizas. ¿Qué le faltaba a Masicas, que estaba siempre tan llena de pesar? Se lo dijo a Loppi, apoyando en su hombro la cabeza. Masicas quería algo más. Quería ser reina Masicas: "¿No ves que para reina he nacido yo? ¿No ves, Loppi mío, que tú mismo me das siempre la razón, aunque eres más terco que una mula? Ya no puedo esperar, Loppi. Dile a la maga que quiero ser reina".

Loppi no quería ser rey. Almorzaba bien, comía mejor; ¿a qué los trabajos de mandar a los hombres? Pero cuando Masicas decía a querer, no había más remedio que ir al charco. Y al charco fue al salir el sol, limpiándose los sudores, y con la sangre a medio helar. Llegó. Llamó:

"Camaroncito duro,
Sácame del apuro"

Vio salir del agua las dos bocas negras. Oyó que le decían "¿qué quiere el leñador?" Pero no tenía fuerzas para dar su recado. Al fin dijo tartamudeando:

-Para mí, nada; ¿qué pudiera yo pedir? Pero se ha cansado mi mujer de ser princesa.

-¿Y qué quiere ahora ser la mujer del leñador?

-¡Ay, señora maga!: reina quiere ser.

-¿Reina no más? Me salvaste la vida, y tu mujer tendrá lo que desea. ¡Salud, marido de la reina!

Y cuando Loppi volvió a su casa, el castillo era un palacio, y Masicas tenía puesta la corona. Los lacayos, los pajes, los chambelanes, con sus medias de seda y sus casaquines, iban detrás de la reina Masicas cargándole la cola.

Y Loppi almorzó contento, y bebió en copa tallada su anisete más fino, seguro de que Masicas tenía ya cuanto podía tener. Y dos meses estuvo almorzando pechugas de faisán con vinos olorosos, y paseando por el jardín con su capa de armiño y su sombrero de plumas, hasta que un día vino un chambelán de casaca carmesí con botones de topacio, a decirle que la reina lo quería ver, sentada en su trono de oro.

-Estoy cansada de ser reina, Loppi. Estoy cansada de que todos estos hombres me mientan y me adulen. Quiero gobernar a hombres libres. Ve a ver a la maga por última vez. Ve; dile lo que quiero.

-Pero ¿qué quieres entonces, infeliz? ¿Quieres reinar en el cielo donde están los soles y las estrellas, y ser dueña del mundo?

-Que vayas, te digo, y le digas a la maga que quiero reinar en el cielo y ser dueña del mundo.

-Que no voy, te digo, a pedirle a la maga semejante locura.

-Soy tu reina, Loppi, y vas a ver a la maga, o mando que te corten la cabeza.

-Voy, mi reina, voy. -Y se echó al brazo el manto de armiño, y salió corriendo por aquellos jardines con su sombrero de plumas. Iba como si le corrieran detrás, alzando los brazos, arrodillándose en el suelo, golpeándose la casaca bordada de colores: "¡Tal vez -pensaba Loppi-, tal vez el camarón tenga piedad de mí!" Y lo llamó desde la orilla, con voz como un gemido:

"Camaroncito duro,
Sácame del apuro"

Nadie respondió. Ni una hoja se movió. Volvió a llamar, con la voz como de un soplo.

-¿Qué quiere el leñador?-respondió otra voz terrible.

-Para mí, nada; ¿qué he de querer para mí? Pero la reina, mi mujer, quiere que le diga a la señora maga su último deseo; el último, señora maga.

-¿Qué quiere ahora la mujer del leñador?

Loppi, espantado, cayó de rodillas.

-¡Perdón, señora, perdón! ¡quiere reinar en el cielo, y ser dueña del mundo!

El camarón dio una vuelta en redondo, que le sacó al agua espuma, y se fue sobre Loppi, con las bocas abiertas:

-¡A tu rincón, imbécil, a tu rincón! ¡los maridos cobardes hacen a las mujeres locas! ¡abajo el palacio, abajo el castillo, abajo la corona! ¡A tu casuca con tu mujer, marido cobarde! ¡A tu casuca, con el morral vacío!

Y se hundió en el agua que silbó como cuando mojan un hierro caliente.

Loppi se tendió en la yerba, como herido de un rayo. Cuando se levantó, no tenía en la cabeza el sombrero de plumas, ni llevaba al brazo el manto de armiño, ni vestía la casaca bordada de colores. El camino era oscuro, y matorral, como antes. Mem­brillos empolvados y pinos enfermos eran la única arboleda. El suelo era, como antes, de pozos y pan­tanos. Cargaba a la espalda su morral vacío. Iba, sin saber que iba, mirando a la tierra.

Y de pronto sintió que le apretaban el cuello dos manos feroces: -"¿Estás aquí monstruo? ¿Estás aquí, mal marido? ¡Me has arruinado, mal compa­ñero! ¡Muere a mis manos, mal hombre!

-¡Masicas, que te lastimas! ¡Oye, a tu Loppi, Masicas!

Pero las venas de la garganta de la mujer se hin­charon, y reventaron, y cayó muerta, muerta de la furia. Loppi se sentó a sus pies, le compuso los ha­rapos sobre el cuerpo, y le puso de almohada el morral vacío. Por la mañana, cuando salió el sol. Loppi estaba tendido junto a Masicas, muerto.



fuente:

http://www.damisela.com/literatura/pais/cuba/autores/marti/oro/camaron.htm.

lunes, 26 de septiembre de 2011

El nacer de Fe y Alegría


Este hombre nos relata el nacimiento del colegio Fe y Alegria , el es el fundador llamado José María Vélaz

Fuente:

http://www.youtube.com/watch?v=K_VJy8WFg8Y